Por qué miente el Gobierno

Por qué miente el Gobierno

28.10.2013 | En su condición del falsificador serial, el kirchnerismo festejó su "triunfo" en las elecciones. Su desprecio por la verdad explica la pelea enfermiza con los medios que no repiten el "relato". También crea eufemismos maravillosos para explicar lo inexplicable, pero se expone a que la sociedad deje de tolerar sus mentiras y lo castigue por el engaño y por el fracaso en mantener viva la ilusión.

Por Sergio Crivelli

Con Amado Boudou a la cabeza el kirchnerismo festejó el domingo por la noche su "triunfo" en las elecciones legislativas. Ayer los voceros oficiales repitieron con total aplomo en los medios de comunicación esa curiosa teoría que ignora millones de votos adversos. Como diría el rey Pirro: otro triunfo como este y todo estará perdido.   La Argentina es uno de los pocos países en los que un hecho cuantificable como una elección realizada en condiciones normales puede generar polémica. Personas maduras, experimentadas y en aparente uso de sus facultades mentales discuten con seriedad la cuestión.   El absurdo puede ser atribuido a diversas causas. La primera, que el Gobierno es un falsificador serial. Los kirchneristas se consideran una excepción histórica y el mejor gobierno en doscientos años de vida independiente del país, pero su mayor originalidad consiste en haber destruido las estadísticas públicas para ocultar la inflación. También falsifica billetes al emitir sin respaldo, pero en eso hubo otros que se le adelantaron hace tiempo.   Otra causa de la absurda polémica es que el kirchnerismo ha convertido el descaro en moneda corriente. Sus funcionarios dicen sin el menor rubor, por ejemplo, que la inflación perjudica más a los ricos que a los pobres o que no hay cepo cambiario o que la inseguridad es una sensación o que la culpa de todo la tiene el señor Magnetto.   Ese desprecio por la verdad, por el interlocutor y por la sociedad, destinataria del mensaje, no resulta gratuito, porque, más allá de las cuestiones morales, la verdad tiene un valor práctico. Si no, que lo diga el famoso pastorcito que lanzaba falsas alarmas sobre la aparición del lobo. En particular el manejo de la economía requiere mensajes creíbles para que los operadores reaccionen como pretende el emisor del mensaje. Veáse, si no, lo que sucedió con el último blanqueo.   ¿Por qué miente, entonces, el kirchnerismo? Porque el pensamiento mágico es antagónico con la realidad. Porque cree en el poder incantatorio de las palabras. Por eso la pelea enfermiza con los medios que no repiten el "relato". Confunde la verbalización de sus deseos con los hechos y teme que si alguien dice que el rey está desnudo, todos se darán cuenta en ese trágico instante de lo obvio. En la raíz del absurdo hay una mezcla de cinismo, irracionalidad y condescendencia. Y, cuando no falta a la verdad, el kirchnerismo elude llamar a las cosas por su nombre. Ayer Kunkel en lugar de la palabra derrota usó un eufemismo maravilloso. Habló de "una contrariedad grande en algunos lugares". La misma actitud que frente a la palabra inflación. Sólo le falto decir que se quería ir.   Una parte importante de la sociedad tolera la mentira por la misma razón que el Gobierno la dice: prefiere no admitir lo que teme o le disgusta. Pero cuando finalmente lo hace, castiga doblemente al mentiroso. Por el engaño y por el fracaso en mantener viva la ilusión.