Roxana Latorre está en el ojo de la polémica. Tras haber jugado para el gobierno con el pliego de Mercedes Marcó del Pont para el Banco Central.
Si bien no es la primera vez que juega para el kirchnerismo, esta vez terminó de mostrar su juego en la primera definición política de trascendencia para el Congreso tras el recambio del 10 de diciembre.
Ya Latorre se había peleado con su mentor, Carlos Reutemann por un proyecto kirchnerista contra el campo, y su destino político es incierto.
En este marco, a pesar de que la dirigencia político y destacados analistas aseguraban que no era probable que vote junto al gobierno para no revolver más el avispero santafecino y poder regresar a su querido Rosario sin escándalo, la cuestión cambió.
En primer lugar porque desde que en 2009 integró la fórmula con el “Lole” y luego se peleó por un gesto hacia el gobierno su carrera política en Santa Fe prácticamente se terminó.
Mientras soñaba con ser ministra de Educación de la Nación o de su provincia, su pelea con Reutemann dinamitó esa posibilidad.
Por otro lado, en ese marco su Rosario natal ya pasó al pasado: vive en un coqueto country de Pilar con lo cual, teniendo en cuenta además que tiene mandato hasta 2015 en la Cámara Alta, no volverá al menos en el corto plazo.
Entonces, para Latorre el “kirchnerismo disfrazado”, como comentan en la oposición, es un juego que le permite tener cierto nivel de trabajo político.
Esto supone, en concreto: colocar dirigentes, y hasta familiares, en varios organismos del gobierno nacional.
Mientras tanto, y paralelamente, evita que su marido, un exitoso empresario que se dedica al comercio de granos, sea perseguido dada la política contra el campo que emprendió el oficialismo.
Profesora en Letras, Latorre tiene 58 años y, como se dijo, es oriunda de Rosario. Tiene cuatro hijos y dos nietos varones de su única hija.
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